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¿Qué son los nutrientes celulares?

El cuerpo humano sano está hecho exclusivamente de aire, agua, alimento y nada más, por lo que cada una de las células que lo integran debe recibir diariamente la adecuada cantidad de dichos elementos para sustentar de forma equilibrada su vida y metabolismo saludable.

La dieta diaria es y seguirá siendo, nuestra principal fuente de alimento y de sus constituyentes principales, los llamados nutrientes esenciales: vitaminas, minerales, aminoácidos, etc.; sin embargo los actuales métodos agrícolas, unidos a la elaboración y conservación industrial de los alimentos, y unos modernos estilos de vida llenos de estrés y exposición a agentes químicos contaminantes, han ocasionado dos dramáticas consecuencias:

1) Una notable pérdida del valor nutricional de los alimentos disponibles.

2) Un gran incremento en las necesidades de nutrientes esenciales para poder:

a) Neutralizar los indeseables efectos metabólicos ocasionados por el estrés.

b) Neutralizar y expulsar de nuestro cuerpo todos aquellos químicos tóxicos que de una u otra forma se depositan cada día en él.

Las vitaminas, los minerales, los aminoácidos, las ayudas digestivas, los nutrientes accesorios y algunos extractos herbales, presentados en forma de cápsulas o tabletas, y a quienes genéricamente englobamos bajo el término de nutrientes celulares, no son en modo alguno sustitutos de una dieta alimenticia sana y variada, sin embargo, al tratarse de sustancias saludables concentradas que también actúan como alimento, colaboran a completar de forma óptima nuestros requerimientos nutritivos individuales, asegurando con ello el buen metabolismo celular, y que como resultado de éste, mantengamos una buena salud corporal general. 

Existe no obstante cierta confusión acerca del consumo de nutrientes celulares, pues aunque los mismos se manufacturan en cápsulas y tabletas igual que los fármacos, ellos deben ser considerados siempre como alimentos que han sido fraccionados y reducidos a sus partes críticas, por lo que se trata genuinamente de alimentos fraccionados y concentrados, y no de fármacos.

La confusión proviene en parte del hecho de que los nutrientes celulares son potentes alimentos saludables que pueden sanar al cuerpo de muchas dolencias. Sin embargo al contrario que los fármacos, los nutrientes celulares se hallan formados por moléculas que el cuerpo necesita y conoce, y para quienes el organismo tiene establecidas rutas metabólicas naturales precisas para su tratamiento y aprovechamiento. Así pues, siempre deberemos estar conscientes de sus excelentes propiedades para dar salud, así como no olvidar nunca que los nutrientes celulares son alimentos y no medicamentos. Además y puesto que se trata de preparados alimenticios no tóxicos, pueden ser recomendados o ingeridos sin los riesgos y desafortunados efectos secundarios que si producen a veces los medicamentos farmacéuticos.

En un verdadero sentido los nutrientes celulares pueden ser consumidos por el público general si este conoce cuales tomar y para qué los necesita.

   

La Nutrición Celular como nueva Ciencia de la Salud

   

Las investigaciones de numerosos científicos especializados en el cuidado nutricional de la salud han consolidado el desarrollo de un nuevo paradigma sanitario, el cual si bien fue conocido hasta finales del pasado siglo XX bajo la denominación de nutrición ortomolecular, en la última década, a medida que su conocimiento y aplicaciones se han hecho más populares y universales, muchos profesionales de la salud —entre los cuales me encuentro— hemos decidido optar por la denominación más sencilla, clara y directa de nutrición celular. Este nuevo concepto de nutrición se basa en el hecho de que, tanto la salud, como su antagonista la enfermedad, se generan a nivel de los miles de millones de células que integran los diferentes tejidos corporales, pues estos tienen una estructura que depende de la adecuada cooperación entre los distintos tipos de células que los integran, por lo que es fundamental tanto para la salud de los propios tejidos, como para la de los órganos y sistemas corporales que todas sus células estén sanas.

Para determinar qué micronutrientes esenciales son los más adecuados para el mantenimiento de la salud y la prevención de la enfermedad, la nutrición celular se ocupa de estudiar la manera en la que las células absorben dichos nutrientes y cómo los emplean tanto para obtener energía, como para mantener su estructura y funciones. 

Así, una carencia crónica o aporte sub-óptimo de estos micronutrientes esenciales, el desbalance entre los mismos, o el exceso de toxinas que inhibe o destruye enzimas, dificulta la producción de energía celular e incapacita a la célula para sintetizar proteínas endógenas, lo cual es el origen más frecuente de la hipofunción celular, constituyendo ésta a su vez la principal causa de las enfermedades graves más comunes como son la arteriosclerosis, la diabetes, el infarto de miocardio o el cáncer por ejemplo.

Al excelente trabajo pionero a favor del nuevo paradigma nutricional realizado a mediados del siglo XX por los doctores Irwin Stone, Abram Hoffer, Humphrey Osmond, Roger Williams, y Ernest T. Krebs, se unió más tarde la excelente labor investigadora y divulgativa del doble Premio Nobel profesor Linus Pauling, quien en el año 1968 formuló por primera vez el concepto de medicina (nutrición) ortomolecular (ahora celular) y tras notables libros sobre el tema, en el año 1986 publicó por fin la que sería su gran obra póstuma: How to live longer and feel better, W .H. Freeman and Company New York, USA. 1986 [Cómo vivir más y sentirse mejor, Ed. Planeta, Barcelona, España. Febrero 1987]*

En nuestros días, médicos e investigadores de la talla de Carl Pfeiffer, Richard Passwater, Michael Colgan, Leonard Mervyn, Earl Mindell o Matthias Rath —este último continuador directo del trabajo de Pauling— han aportado innovadores enfoques y descubrimientos que llevarán sin duda al pleno reconocimiento de la nueva ciencia de la nutrición celular como una de las más prometedoras e indispensables Ciencias de la Salud del siglo XXI.

    (*) A pesar del excepcional interés público de dicha obra y de haberse agotado rápidamente todos los ejemplares de la primera y única edición, ni la Editorial Planeta ni ninguna otra editorial en lengua española volvieron a editar este valioso libro.

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